sábado, 1 de agosto de 2009

El cuadro del payaso

Su sonrisa era roja,
sus labios enormes,
sus ojos marones adornados
de azules, su pelo rojo
con un bombín color ocre.
Todos reían, se agitaban,
volaban. Nadie lloraba.
Pero el viejo payaso
era como un espectro,
tras el cristalino de sus sentimientos
el dolor se moría.
No había nada en sus gracias,
ni felicidad en sus sonrisas,
ni candor en sus manos.
Se miró al espejo
y sonrió, como siempre,
con esfuerzo y pena,
apestando a whisky,
y murió de gracia.

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