Hay veces en las que un escritor
ni debe ni tiene que escribir.
Desgarrar el alma en cada verso
hace del poeta un ciego del dolor,
un alma en pena
que no mejora después
de exprimir su corazón.
Dicen que la escritura hace
sentir bien, mas plasmar
tus poluciones diurnas
no exime de terrores nocturnos.
En mi caso, el frío seguirá estando ahí,
en lo más profundo de mí.
Entre las sábanas y la oscuridad,
antes y después de dormir…
Hay veces en las que un escritor
no debería decir que escribe.
Un poeta no siempre crea
belleza ni versos memorables,
ni tan siquiera mala literatura.
Hay veces que un poeta
no quiere ser un ensoñador
de serpientes ni tan siquiera
un juglar de barra de bar.
Los poemas nacen y mueren
donde se crean, en las entrañas.
Hay veces que escribo
por necesidad, para mí.
Luego, como todo gran o pequeño
artista, decido que será para
los demás. Pero en realidad,
nada tiene que ver con ellos,
es una muestra de mi dolor interno.
Un pedazo de mi pecho, de mi vientre,
de mis dedos, de mis ojos, de mi nariz: de ti.
Hay veces que los miedos
se acurrucan entre los pliegues
de mi cerebro. Hay días
en los que mis sueños
son indígenas extinguidos
entre las praderas de lo imposible.
Hay veces que escribo
por no llorar, porque no puedo.
Siempre que lo intento recuerdo
a mi padre, el día que murió,
cuando era tan pequeño… Lloré
sin saber qué era el dolor. Luego me prometí,
nunca más sin una buena razón. Más
tarde, mucho tiempo después, me
percaté de que ya era imposible
para mí llorar.
Así descubrí que tantas
palabras equivales a
las lágrimas que debí
derramar y no pude.
Supongo que a veces, como ahora,
tampoco puedo llorar. Me pongo
triste y dejo de pensar, soy incapaz
de hablar, de expresar lo que siento.
Me hundo en un agujero,
como aquellos que tienen depresión.
Sin tener un motivo o no querer
tenerlo, me entristezco, miro
mi vida y mis movimientos,
desdeño cualquier despojo
de esperanza de ser lo que quiero
y zozobro entre mis miserias.
A veces, nadie debería escribir
cuando está triste. Nadie debería
contar lo mal que se siente
ni hacer terapia de folio
manchado en tinta y sangre.
Pero es cierto: terminando estos
versos me siento mejor. Para
celebrarlo me beberé un ron…ESCRITO HACE MUCHO, UN DÍA OSCURO EN PARÍS
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